lunes, 15 de junio de 2015

DISCURSO DEL ACTO DE RECONOCIMIENTO A LA LABOR SOLIDARIA- GRACIAS



Antes de nada me gustaría agradecer a la comisión 07 de Albacete su gesto generoso de reconocimiento hacia mí, al Ayuntamiento de Albacete, a la Concejalía de Cooperación y a las voluntades que hacen posible año tras año la Semana de la Solidaridad. Me siento profundamente agradecido, De corazón, gracias.

Este reconocimiento es para mí como un regalo sobrevivido, que a ser sincero me ruboriza un poco, dada mi actual situación personal y profesional que me ha llevado a desvincularme del día a día de la solidaridad de la ciudad.

Es como estar en un restaurante, y después de haber disfrutado de un delicioso menú, sin esperarlo llegue un postre también delicioso, cortesía de la casa. No me siento ni más ni menos merecedor de este reconocimiento que todas aquellas personas que habéis decidido otorgármelo. Supongo que lo ha ocasionado la labor más o menos tediosa y sacrificada, pero siempre gratificante, de luchar por la erradicación de la pobreza.

Siento que en los años en los que me he dedicado profesionalmente a la Cooperación para el Desarrollo, y otros tantos de forma voluntaria no hecho más que mi trabajo. Con la enorme suerte de hacer que confluyan en una misma cosa mi pasión, mis principios y mi profesión. Lo dejé en aquel momento en el que las organizaciones sentíamos que había un compromiso real de la sociedad, de las administraciones de las instituciones públicas, de las empresas que había hecho de la cooperación un elemento prioritario en las agendas.

En esas circunstancias nos exigimos continuar avanzando hacia una cooperación de calidad, a conseguir compromisos de las instituciones que fueran más allá de los programas políticos de un partido u otro, a aportar un mayor rigor en la gestión de los proyectos de desarrollo, en la creación de estructuras fuertes de participación como el consejo de cooperación, en la creación de normas que dieran más calidad y rigor a las convocatorias. En aquellos buenos tiempos para la cooperación también nos empeñamos en sacar a la calle nuestras reivindicaciones y conseguir complicidades de la población.

Quienes me conocéis sabéis que dejé de estar en primera línea por decisión personal. En un camino de exploración y deconstrucción, que coincidió con la llegada de mi hermosa hija Vera, decidí dedicarme en cuerpo y alma al cuidado de mi pequeña y de Cáliz, mi pareja, que había sido la que en todos aquellos años de dedicación a la causa había soportado sobre sus espaldas el bienestar de lo más importante, mi familia y mi pareja. Y que hoy con esta clavícula un poco maltrecha me ha ayudado a ponerme la camisa… siempre ahí, al pie del cañón. Después llegó Noa, y un montón de pequeñas y grandes cosas que te pasan cuando dejas de hacer y hablar y te dedicas a escuchar y observar.

Llegó el momento de volver y cuando lo hice, sentí que el sólido suelo de la Cooperación para el Desarrollo que dejé, se había desmoronado bajo mis pies, que no quedaba nada, o poco, apenas migajas de lo que fue. Pero hay seguían unas cuantas personas y organizaciones, luchando aún en aquellos momentos menos románticos y más críticos. Vaya mi más profundo respeto y admiración hacia la Comisión 0’7, como plataforma de encuentro de voluntades, individuales y colectivas, que quieren hacer de éste un mundo más justo y solidario, más allá de las líneas imaginarias, que hemos creado para separarnos unos de otros. Aparte, vaya una mi más profunda admiración y reconocimiento a todas aquellas personas que mantienen su compromiso con el paso de los años, a las organizaciones que siguen activas a pesar de los pesares y mantienen vivas las reivindicaciones hoy más vigentes que nunca. Y es que afortunadamente la lucha por los derechos humanos, por la erradicación de la pobreza sigue estando, para vosotros y vosotras y las organizaciones a las que representáis, por encima de cualquier coyuntura política o económica. Enfrentando cada día argumentos vacíos y demagógicos como el de que “hay cuestiones más importantes o prioritarias”, o que “no es momento para la solidaridad internacional”, en definitiva, defendiendo la cooperación para el desarrollo por derecho, por responsabilidad, por justicia.

Somos uno, un individuo, una comunidad de pequeños seres compartiendo espacio y tiempo, profundamente interconectados. Somos un individuo, al que un órgano enfermo acaba por enfermar al resto del organismo. Un órgano enfermo representado por millones de personas condenadas a la exclusión, a permanecer en la cuneta de un mundo que no les reconoce los derechos más elementales, por el hecho simple de estar al otro lado de la línea.

No podemos permitirnos como sociedad que se mantengan muchas injusticias que denunciáis las organizaciones representadas aquí. Esta sociedad, que ha hecho de nosotras y nosotros individuos náufragos a la deriva, también nos otorga un gran poder como individuos. Hemos de apelar a esa responsabilidad personal. ¿qué puedo hacer yo? Me lo pregunto a cada rato Con mi hacer cotidiano tengo el poder de legitimar o deslegitimar un sistema injusto.

Mi poder como individuo va afortunadamente, mucho más allá de meter un sobre en una urna cada cuatro años. Puedo transformar el mundo a través de mi consumo, de mi participación, de dónde guardo mis ahorros, con quién me asocio, cómo educo a mis hijas, o de las relaciones que construyo a mi alrededor. Es momento de ser creativos, de explorar nuevas formas de lucha, de incidencia, de concienciación.

Pero también es momento de rescatar ese viejo espíritu de lucha que parece un tanto adormecido, tras aquellos años de éxitos para la cooperación. Aquellos logros que, por ser justos, parecía que iban a permanecer en el tiempo, pero que tristemente hemos visto cómo han ido desapareciendo de una forma abrupta y casi obscena.

Quiero compartir con vosotras y vosotros, aquellos que me habéis otorgado este maravilloso reconocimiento, un poema. Cuando la palabra es una de nuestras principales herramientas de lucha, la poesía puede una de sus expresiones más sublimes y hermosas.

Este texto es de un buen amigo argentino, gran poeta y comprometido economista, Alberto Testa, 
Tiene por título “Los carecientes”  
Pobres son los otros
Porque los otros Son los carecientes.
 Carecen de bienes,
Carecen de trabajo,
 Carecen de lápices,
Los carecientes son Los otros lejos, Violentos en Villas.
 ¿Quiénes son Los otros de los otros?
 Los mismos Que nosotros.
 No hay fragmentos,
Somos esta sociedad, Única, solitaria.
 Rica en su carencia, Carentes en su riqueza,
 El mercado habla del éxito,
Nuestro origen aborigen solo de lo común.
 Pobres son los ricos
Pobres son los pobres, Sin el sendero común.
 No hay sobrevivencia,
El planeta es Uno Sus fragmentos se integran Sol, luna, rio y pájaro Solo un cielo.
Solo Eso Hasta que no entendamos Solo Eso…
Carecientes somos.

 Muchas gracias

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