El próximo 8 de marzo hay una llamada mundial a las mujeres
a un paro global, coincidiendo con el Día
Internacional de las Mujeres.
Es un día de viejas aunque muy vigentes reivindicaciones. En
el que las mujeres de todo el mundo clamarán una vez más por la equidad de los
derechos y las oportunidades, en contra del machismo imperante y de las diferentes
formas en que se manifiesta, contra la violencia machista…
Yo no paro, ese día en lugar de salir a manifestarme trataré
de aplicarme, como el resto de los días del año, la máxima de que “lo personal es político” de la feminista Carol Hanisch. Me quedaré
en casa, me dedicaré a los trabajos
domésticos y de cuidados, ese será un buen día para la reflexión que como
hombre me debo a mí mismo sobre mi manera de estar en el mundo. Dejaré para mi
compañera el paro, la huelga y la reivindicación, que tome la calle.
Mi revolución pendiente
es interior, como la de la mayoría de los hombres. Está en visibilizar y
valorizar el trabajo doméstico, la corresponsabilidad, los cuidados… Cada día
es una oportunidad maravillosa para deconstruirme, para revisar cómo el
patriarcado se emplea en mí, para explorar y conquistar el universo de lo íntimo.
En lugar de salir a manifestar y ocupar el espacio que
merecen y en el que se deben visibilizar las mujeres, creo que nuestra mayor
aportación es quedarnos en casa, dejar de decir LO QUE HAY QUE HACER, de dar
nuestra opinión sobre la equidad desde el pedestal que nos da nuestro género, anclado
en lo público. Dejar de ser noticia.
Compañeras, toda mi solidaridad con vuestra lucha que es la
mía.
Yo el 8 de marzo no paro.
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