lunes, 22 de agosto de 2011

LA IMPUNIDAD DEL ABUSO SEXUAL

Es deplorable la impunidad con la que actúan unos cuantos, con la connivencia, la permisividad y hasta el beneplácito de la mayoría.



Hombres que abusan de un poder que les ha sido otorgado por la gracia del modelo hegemónico de masculinidad, hetero-patriarcal, machista y falocéntrico.



Las mujeres pasean cautas y desconfiadas, sabedoras de su clara vulnerabilidad frente a una sociedad que las culpa y castiga por el hecho de ser mujer. Su útero parece ser su única herramienta de poder, y eso como todo lo demás las hace objeto de las atrocidades más deplorables.



Estos días he participado en unas jornadas sobre género y masculinidades, con un grupo de mujeres docentes en una ciudad de El Salvador.



Los roles tradicionales de género, acá como allá, se manifiestan en todas las escenas de nuestras vidas, el modelo es implacable, también en la docencia.



En un momento de las jornadas, cuando ya se habían superado unas cuantas resistencias de las participantes, surgió, en un momento aparentemente intrascendente, un testimonio que a todas/os nos dejó atónitos/as, si bien es muestra de una práctica que parece muy extendida.



Una tímida y cohibida maestra, con gran dificultad confesó algo que nunca había contado a nadie, y que necesitaba compartir con el grupo, dado el ambiente de confianza y confidencialidad que se había creado.



Durante su infancia y juventud había sido violada sistemáticamente por su hermano, padre, y tras el divorcio de éste con su madre, por su segundo marido. No había dicho nada nunca a nadie por no hacer sufrir a su madre, víctima de una violencia exagerada durante todo su primer matrimonio. Tampoco delató a su segundo marido, ya que ella parecía feliz con él y, si bien alguna vez había insinuado algo a su madre del asunto, ésta no quiso creer lo que su hija le decía. Consecuencias, un profundo rencor hacia los hombres, grandes desajustes emocionales, y tremendas dificultades para relacionarse con los/as demás. Tremenda herencia…



El testimonio dio paso al silencio compasivo de los/as que estábamos allí, y a un gran abrazo colectivo. Tras esto, por parejas nos reunimos para hablar de nuestras propias historias de vida, y tal fue mi sorpresa que mi compañera, aprovechando la confidencialidad que da un extranjero que apenas va a durar 1 día más en la localidad, me relató su experiencia al respecto. Conatos de violación de su hermano, y episodios de violación consumada de su padre y un profesor a hasta bien entrada en la pubertad.



Ninguna de ellas había denunciado a ninguno de sus violadores, alguna los excusaba, e incluso se culpaba a sí misma por no poner medidas para evitarlo. Se exculpaba a esos hombres hasta un punto insultante.



“Dios hará con él lo que tenga que hacer”, musitaban ambas, y mientras ellos, andarán haciendo lo que les plazca con quien quieran, sin miedo a ningún tipo de represalia, por el apoyo explícito o implícito de una sociedad que aún ve, y promociona a una mujer objeto sexual.



Conspiran para ello, familia, grupo de amigos/as, medios de comunicación y publicidad en sus diferentes expresiones, poderes públicos, etc., con acciones aparentemente inofensivas, pero que en suma dan cobijo a una sociedad machista que campa a sus anchas, que subyuga y que somete a las mujeres.



Tenemos mucho por hacer.


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